Este vínculo es obvio. Varios artistas han intentado interpretar la pelota vasca a través de coreografías. Por ejemplo, muestra « Rebota, rebotes y pasión vasca » de la empresa Maritzuli, “Pilotarhitza” por Mizel Theret.
Este proyecto refleja una investigación artística sobre el movimiento, el cuerpo, la gracia, el poder, la precisión gestual, la elegancia y el compromiso. A través de esta disciplina deportiva, arraigada en las tradiciones, y la danza, también parte de las actividades humanas desde tiempos inmemoriales, Polina Jourdain-Kobycheva Quería crear un diálogo poético entre dos disciplinas.
Se trata de proponer una nueva visión, estableciendo el vínculo entre dos actividades que estructuran la vida local, en su dimensión cultural.
Los bailarines y pelotaris, -en las imágenes lado a lado- se enfrentarán a dos actividades que, a priori, no tienen nada que ver entre sí. Pero este enfrentamiento será fructífero porque asociará dos expresiones físicas marcadas por el tecnicismo, el compromiso y la precisión, dos expresiones, una deportiva, otra artística (pero interconectadas ya que, obviamente, la danza es también una actividad física y los gestos del pelotari tienen una evidente dimensión estética), dos expresiones que, finalmente, dan vida y estructuran el territorio vasco.
En la serie sobre la artesanía de la pelota vasca, el artista quiso mostrar la otra cara de los artesanos de la pelota vasca. “A menudo hablamos de los jugadores pero nunca No suelo hablar de las personas que fabrican los instrumentos”., ella explica. De una rama de castaño a una chiste-ra, de un tronco de haya a una pala, de un núcleo de látex a una pelota... poniendo en valor el saber hacer de estos artesanos que trabajan para el balón vasco: fabricantes de chistera, xare o pelotas. Polina Jourdain-Kobycheva entró en los talleres íntimos para contarnos los frutos de una historia entre un hombre, un material y una cultura.
Tienda conceptual Maison Jean-Vier
Dirección Chemin de Chibau
64500 San Juan de Luz
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